Por un 26 de Julio de Historia y Cultura

Escrito por: Lourdes Ferrera González

Editado por: Edgardo Hinginio e Indira Vera.

El 26 de Julio ha pasado de ser un acontecimiento histórico-político para constituirse en una de las más dignas y distintivas conmemoraciones nacionales en Cuba. Símbolo inequívoco de la heroica lucha de nuestra Patria por su soberanía.

Las acciones que condujeron a los asaltos de los cuarteles Moncada, en Santiago de Cuba, y Carlos Manuel de Céspedes, en Bayamo, no fueron resultados del voluntarismo de un puñado de hombres; sino del fruto de profundas meditaciones y análisis del conjunto peculiar de factores objetivos y subjetivos que imperaban en aquel contexto histórico-concreto en nuestra nación.

Por ello este suceso está fundamentado en un pensar razonado y responsable, comprometido con los sectores más humildes del pueblo previo a la acción revolucionaria. Fidel mostró capacidad para organizar, unir y fundar desde la Generación del Centenario un amplio Movimiento revolucionario formado, fundamentalmente, por jóvenes cuyo núcleo central provenía de las filas juveniles de la ortodoxia.

A representantes de la cultura artística, como siempre, no le fue ajeno toda la organización para el asalto a los cuarteles Moncada y Carlos Manuel de Céspedes, y hombres de la talla de Raúl Gómez García y Agustín Díaz Cartaya se incorporaron al asalto y desde allí pusieron muy en alto la creación artística y literaria.

Agustín Díaz Cartaya es un revolucionario y compositor cubano, asaltante al Cuartel Carlos Manuel de Céspedes. Compuso el Himno del 26 de julio, además, otras seis marchas, entre ellas la de América Latina, en 1963. Las otras dedicadas a la Tricontinental, en 1966; a la Columna Juvenil del Centenario, en 1968; a los Comité de Defensa de la Revolución, en 1980; a las Fuerzas Armadas Revolucionarias, en 2006, y a la Unidad de los pueblos, en 2007.

Raúl Gómez García fue un hombre que llevó su digna palabra a los hechos como su mejor poema, se esculpió a sí mismo al calor de una familia honesta; sería el Poeta de la Generación del Centenario. Hizo público su intimismo, su ternura, su lírica en la batalla por la libertad de la patria y para mejorar un mundo tormentoso. Y las firmó con su sangre. Fue también articulista, reportero, cronista de valía, labor que realizaba ya desde los tiempos estudiantiles al enfrentar la maldad.

La presencia del periodista y poeta de la Generación del Centenario debe ir mucho más allá de celebrar, en toda la nación, el Día del Trabajador de la Cultura en la fecha de su nacimiento. Nos tiene que impulsar a mantener el espíritu de aquel acometimiento, para enfrentarnos con firmeza e inteligencia a la perversidad externa e interna, y, en especial, a quienes tratan de destrozar la patria sean mercenarios o seres de poca fe.

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