Escrito por: Diana Iglesias Aguilar
A siete fecundas décadas de vida llega este 8 de mayo el intelectual cubano Rafael Acosta de Arriba, ligado por línea familiar y luego por voluntad propia a Bayamo, la historia y la tradición patriótica, a Céspedes y los misterios que del Padre de la Patria emanan.
En Rafael coinciden el amigo desinteresado a las instituciones medulares de la cultura local en la Ciudad Monumento, con su presencia en momentos claves, como la fundación hace más de dos décadas de la Casa de la Nacionalidad Cubana, acompañando al entonces Ministro de Cultura Armando Hart y el apasionado por lo sucedido en el Oriente de Cuba, particularmente en la primera guerra por la independencia, temas que lo llevaron de la Matemática, su formación primigenia como universitario, a la Historia, como ciencia donde se doctoró con el ensayo Los silencios quebrados de San Lorenzo, imprescindible para entender al Hombre de mármol.
Poeta, descubierto por sorpresa, luego de escucharle disertar del Padre de todos los cubanos, cultiva una sensibilidad especial en los versos, con ligero pragmatismo y ritmo de hombre metódico que deja ver su lado más tierno, más humano, sin miedo a cuestionamientos. Otro hilo común entre él y la figura humana del héroe bayamés que admira: la poesía.
Amante de la fotografía, del séptimo arte, regala un texto ineludible para el estudio de la historia del desnudo en la filmografía de la mayor isla del Caribe. Convergiendo en él inquietudes propias de un artista, aunque quizá él mismo no se mire con tal calificación y si con la crudeza del exigente pedagogo, incansable investigador, critico y ensayista e infatigable promotor cultural.
En materia de artes visuales y su rol de crítico de arte, está su mirada aguda en diversos momentos, especialmente en el último semestre, sus palabras certeras ocupan una pared principal del Estudio Friman en Bayamo, galería-taller del artista de la plástica Raylven Friman, un pintor que toma partido por el abstraccionismo, al que Rafael se declara admirador, y lo invita (lo impidió la pandemia del covid en 2020) a exponer en la Biblioteca Nacional José Martí, hecho que se consumó en diciembre de 2022, con la presencia de Acosta de Arriba, la curaduría y las palabras al catálogo.
No olvida esta escribidora, no sin asombro, cómo en 2012 se desprende de dos joyas patrimoniales de alto valor que le pertenecieron por herencia y las puso a disposición del Museo Casa Natal Carlos Manuel de Céspedes, en vísperas del 500 aniversario de la fundación de la villa de San Salvador de Bayamo: una carta de puño y letra del primer Presidente de la República en Armas luego de la deposición en Bijagual de Jiguaní en octubre de 1873, donde le narra a su ayudante de campo Cayetano Acosta Nariño, cómo le han despojado de todo, menos de su dignidad, y de cómo está dispuesto a darlo todo por la independencia de Cuba, entre lo que le piden: su colección personal del periódico El cubano libre, lo que considera un testigo vital de la guerra. También dona Rafael por la misma fecha una la escarapela que perteneció a Céspedes y por misterios de vida fue a dar al exilio y luego a la familia Acosta, y él descendiente de ese ayudante del Presidente, tuvo en sus manos y lo cedió para la posteridad y la propiedad común, a Bayamo.
Y como una obsesión de la que apenas se percata, aparece la ciudad antorcha (sus gentes, periodistas, historiadores, sucesos, su historia) decenas de veces en la bibliografía de Rafael Acosta, volumen presentado en la Biblioteca Nacional de Cuba José Martí y también en la Biblioteca Provincial 1868 de Bayamo, donde se pretende compilar la obra creciente del intelectual, investigada, recogida, acotada por una bayamesa, la Máster en Ciencias Leybis Leydis Rosales Arzuaga.
Dice otro intelectual cubano, Norberto Codina, amigo y compañero de Rafael, que Acosta de Arriba está llamado a escribir la biografía definitiva Carlos Manuel de Céspedes, en tanto se le reconoce ya con Los silencios…como el biógrafo más joven del bayamés independentista, heredero del legado de Fernando Portuondo y Hortensia Pichardo, dos grandes maestros que fueron detrás de la Historia como una necesidad vital y en su momento, reconocieron en Rafelito a ese continuador de sus obras.
Un hombre coherente con lo que busca y en lo que cree, al descubrir hace tres lustros que un joven bayamés, apenas conocido, tiene una novela cuyo eje central es la vida conocida (y ficcionada) de Céspedes, Rafael no desdeña, no mancha con verbo agudo e hiriente del lobo sustituido, sino que acoge como padre amante al neófito en su seno y lo guía por el mejor camino. Así le debe no solo Evelio Traba y la novela El camino de la desobediencia (Verbum 2016, Boloña 2017),sino le debemos todos los que amamos conocer la historia, ese apapacho, ese cuidado, ese comportamiento ético, que sabemos no han tenido otros.
Mucho podría decirse, pero por hoy basta. Otros como la museóloga Antonia Buitrago tendrán decenas de anécdotas, de la pasión de Rafael por Bayamo, de sus visitas y aportes, pero hoy concluimos para desear salud y prosperidad, paz y amor en su 70 cumpleaños y que siga aportando a la cultura.