Por: Ibrahín Sánchez Carrillo
Carlos Martí Santos recibió hoy el homenaje de la Cultura en Granma en la Biblioteca provincial 1868. Al encuentro concurrieron amigos, admiradores de su carrera como estratega del béisbol, glorias deportivas y por supuesto los trabajadores de la institución anfitriona.
Dicho de esta manera con la elemental redacción de quien asiste a una cita rutinaria podríamos imaginarnos que allí solo se cumplió con una tarea de un plan de trabajo cualquiera. Pero no fue así. El encuentro rompió con la impertinencia de lo formal y con las fronteras de un instante “inmenso en su pequeñez”.
Martí rió como muy pocas veces. Reveló detalles de su vida en Cuba y fuera del país, reflexionó e hizo silencio cuando alguien dijo “me hubiera gustado que dirigiera a los Alazanes dos o tres años más”.
Aquí se reencontró con Carlos, Máximo, Maité y Teófila y caminó junto a ellos las calles bayamesas del siglo pasado, volvió a jugar fútbol en la José Antonio Saco, llegó al presente y fue distinguido con las palabras “honradez, honestidad y sencillez”.
Martí Santos ya no solo es el manager que llevó al equipo de los Alazanes a cuatro títulos en la pelota cubana, sino que se ganó la condición de maestro en el más amplio sentido de la palabra. Es sin chovinismo pueblerino parte insoslayable de nuestra cultura (no olvidemos que el béisbol es Patrimonio Cultural de la nación).