Escrito por: Erasmo Rondón Soto
A Pabilo lo compré por causalidad en el Pabellón Infantil de la Feria Internacional del Libro en Bayamo. Yo acababa de presentar un título, también para niños. De la autoría del manzanillero Julio Sánchez Chang, bajo la cuidada edición de su coterráneo Luis Carlos Suárez y publicado en la Colección Rondamar de Ediciones Orto en Manzanillo, Granma, año 2021.
No sabía cómo empezar este escrito, porque creo que decir algo inmerecido, sería profanar la memoria de Chang, a quien conocí solo una vez. Entonces será agradeciendo a quienes lo publicaron, porque jamás me arrepentiré de haberlo comprado.
Pabilo es un libro, que me parece, debe ser imprescindible su lectura por niños, jóvenes y adultos. Una narración que pudiera tener ciertos parecidos, pero sería simplemente un Dejá vu. Y digo con toda intención Dejá vu, porque mi colega por partida doble, y amiga Marianela Labrada Hernández, me había estado contando la noche anterior sobre su pequeño hijo y un amigo, de conductas casi diferentes, pero que se complementan el uno al otro.
Es Pabilo, una historia de abuelo y nieto. De amistades y reflexiones tan necesarias hoy más que nunca. De eclipses; de un algarrobo que susurra palabras al viento y que se siembran en los oídos como una rama olorosa de No me olvides. También de miedos, nostalgias; y de esos retazos de patria que desde niños, llevamos guardados en el corazón, aunque a muchos les duela reconocerlo.
No sé si fue la impresión, pero solo advertí un pequeño detalle en la tirada. En el capítulo que debió ser “Pabilo, Puchi y la bicicleta” (aparece bicileta). Nada afecta una c, en una joya que ilumina los ojos del lector. Al menos a mí me llenó de gozo. Me dejó con ganas de seguir leyendo (y no porque la noveleta pidiera más), sino porque me hubiera gustado seguir escuchando a Tata.
Es que cualquiera de los lectores, sin distinción de edades, puede llevar dentro un Puchi, un Manú o una Chela, pero como escribiera Luis C. Suárez, solo Sánchez Chang fue tan autentico como los personajes, y añado: “tan profundo como esta impecable narración”.