Por Lorianne Urizarri Chávez
Entre las leyendas populares más conocidas por casi todos los cubanos, en especial los de la zona oriental de la isla, se encuentra la de la Luz de Yara, esfera luminosa de tamaño variable que puede aparecer de noche a quienes transitan por los alrededores de este municipio granmense y hace perder el rumbo a quienes la siguen.
Según narra Osvaldo Parra Serrano, presidente de la Unión de Historiadores de Cuba en el territorio, existen diferentes hipótesis del surgimiento de la leyenda. Unas la relacionan con el suplicio del cacique Hatuey, heroico indígena que luchó contra el coloniaje por estos valles y que fue castigado con la muerte en la hoguera.
Según Parra Serrano las crónicas de la época cuentan que al quemarse su cuerpo el cacique emite un fuerte rugido y de su boca sale una luz que vaga como símbolo eterno de la rebeldía contra aquellos que lo ejecutaron en la pira.
Otra de las teorías que inician la leyenda, es la de la india Yara, hermosa aborigen, esposa del cacique Hatuey que en símbolo de amor y entrega hacia el valeroso amante se lanza a la hoguera y es quemada junto a él, vagando hasta nuestros días, sufriendo aún la pérdida de su compañero.
Múltiples son las historias que se trasmiten por tradición oral que tienen a las almas errantes por los campos cubanos como protagonistas. Pero pocas han tenido el alcance de la famosa y enigmática Luz de Yara.
Avistamientos
Variados son los testimonios que aseveran la existencia de la luz, anécdotas que llegan de pobladores de todas las edades, ocupaciones y localidades. Entre estos destacan los avistamientos en el Zarzal, La Joya, Los Pinalitos, La Mateo, Buey de Gallego y otras áreas rurales ubicadas entre los municipios de Yara y Bartolomés Masó.
Precisa Parra Serrano que en investigaciones realizadas las apariciones de la luz se extienden hasta los Guayos de Media Luna, Jibacoa, Bayamo y Manzanillo, incluso en otras áreas de la geografía cubana ha sido avistada, según narra el historiador: “Muchas personas la han visto en Cuba entera”.
Avalando con esto el criterio del afamado escritor y narrador cubano Samuel Feijoo quien aseguró que es una de las leyendas de mayor alcance y mayor auge popular en la isla de Cuba.
Apariencia
Cuentan quienes la han visto que la luz es una bola incandescente de color rojizo intenso que cambia de tonalidad hacia un azul violáceo y que para no perder el rumbo hay que acostarse en el piso y virar la ropa al revés.
Dentro del imaginario popular también se cuenta que al frotar un anillo de oro en la oscura noche esta aparece, además se dice que nunca ataca, ni daña a quienes la han visto.
Aunque muchos testimonios coinciden en estos detalles no existe evidencia científica de la existencia de la enigmática luz de Yara, lo que sí se ha comprobado es la existencia de fuegos fatuos, considerados como un fenómeno físico químico producto de la inflamación de ciertas sustancias que se desprenden de materia orgánica vegetal y especialmente animal en descomposición o putrefacción.
Quizá esa sea una explicación de parte de la leyenda, lo cierto es que mito o realidad, la Luz de Yara es considerada por intelectuales, campesinos y pobladores como una de las tradiciones más antiguas de Cuba, teniendo en cuenta que el hecho que la inicia alcanza los cinco siglos. Siendo la tradición oral y el imaginario popular los verdaderos protagonistas de la famosa y mítica luz.
Por todo ello cuando se encuentre cerca de este territorio granmense en horas de la madrugada y aviste el halo luminoso, no tema, tiéndase sobre el suelo y gire su ropa al revés pues aunque sea Yara o Hatuey nunca le hará daño, solo le recordara la magia de la historia de Cuba que une veracidad con tradición, mostrando a la Luz de Yara como fiel y eterna protectora de los campos cubanos.