Escrito por: Roberto Mesa Matos
Cuando siendo un jovenazo, como a él le gusta decir, salió de su San Luis natal, Santiago de Cuba, trayendo poco equipaje y la mente cargada de sueños y proyectos, jamás sospechó lo que le deparaba el destino.
Cándido Fabré Fabré siempre supo «lo que quiso y por eso encontró lo que buscaba»: Manzanillo y su Original le abrieron el alma y los escenarios: una década de esplendor y crecimiento, como él mismo ha señalado.
Para octubre de 1993 decidió emprender su propio proyecto. Muy pocos confiaron, sin embargo, el tiempo, talento y carisma se inclinaron por el genial sonero: convirtió en estrella luminosa el desafío: La Banda de Cándido Fabré.
Esa es la gran obra Fabré, conocido como el Rey de la Improvisación mundial, epíteto sustentado en la mente de prodigio para el repentismo, para que no haya persona ajena a los conciertos en cualquier plaza de Cuba.
El instante es gozo mayor para el hijo de «mamá Sixta y papá Neto» porque sabe a la hora que comienza, pero no a la que termina:
“Yo me voy calentando a medida que trascurre el concierto y si la gente me pide, pues sigo y sigo.
“Es un esfuerzo grande, pero gratifica comprobar el afecto de los miles de mis seguidores en esta ciudad, a la cual considero mía también, porque aquí llegué hace más de tres décadas e hice familia.
Fabré es un hombre de pueblo, cantor con el sello de Patria y Revolución que dice lo que piensa, sin miedo alguno. La obra musical, superior a las dos mil composiciones, evidencia solidez con el premio de ser versionada por decenas de artistas internacionales.
El carísimatico sonero llega hoy a un nuevo aniversario de vida, y lo hace con la satisfacción de sentir el calor del pueblo, el amor de la familia y el respeto de los artistas cubanos y extranjeros.
Fabré Fabré nunca ha hecho conseciones: defiende los más genuinos valores de la música cubana y la encumbra al firmamento de los grandes, donde él es Rey. Hoy los escenarios hacen un brindis musical por Cándido Fabré.
¡MUCHAS FELICIDADES, Maestro! Salud y bendiciones siempre. Un abrazo y afectos.
Roberto Mesa Mato