Escrito por: Diana Iglesias Aguilar
Otra vez el arte traduce y propaga en sus ondas mágicas, líricas, la Historia. La gala Fulgor de Patria, de rememoración de la quema de Bayamo en el 154 aniversario del suceso paradigmático en las hojas del libro de la nacionalidad cubana, sirvió de cierre a un día que debe ser especial, de conmemoración, remate de una jornada para regar y atender las raíces de la cultura e ir afirmando el tronco de Cubanía y arrancando a la vez la mala yerba.
Otra vez El Chino (Fernando Muñoz) dramaturgo, actor y director artístico, supo enrumbar al equipo desde la solidez del guión que tiene como eje los acontecimientos sucedidos en la capital cubana de la independencia, el doce de enero de 1869.
Saber unir y secuenciar temas musicales, danzantes, poetas, locutores, actores, mezclarlos con el audiovisual, como gancho y forma más moderna y extendida en su uso popular para dar información y entretener, no siempre se logra en estos espectáculos. En este, la Historia fue hilo, motivo para desbordar las manifestaciones artísticas, el talento contenido en la ciudad desde niños, jóvenes y consagrados artistas.
También para tocar fibras sensibles y mostrar la crudeza de aquellos momentos de los que estamos a más de siglo y medio de distancia y aún despiertan admiración, sobrecogen por su crudeza. La amenaza de la entrada de Valmaseda, la derrota de las tropas cubanas en el río Salado, la decisión irrevocable de no claudicar, y luego el dolor profundo del éxodo, representado en imágenes pero también en vivo con actores y figurantes lo que da belleza, emotividad y complejidad al espectáculo artístico.
El pueblo concurrió a la Plaza de la Revolución que hace mucho tiempo es pequeña para los presentes, ya somos más de un cuarto de millón de bayameses, pero es este el sitio para la rememoración, quizá habrá que pensar en mayor despliegue tecnológico para que todos disfruten el momento cúspide.
El entorno del histórico sitio se convierte desde temprano este día, cada doce de enero, en encuentro espontáneo del que habita la ciudad con las raíces más comunes, encontrar además las ofertas culinarias y otras forman parte de lo que hace mucho es una celebración tradicional que hay que organizar y cuidar hasta el detalle.
Quizá la nota discordante es el bafle, motivo de otro artículo, dispuesto desde temprano justo frente a las direcciones provinciales de Educación y Cultura, con el ánimo de entretener a los más jóvenes pero sin velar por el consumo musical, que en más de una hora de oído, no salió de tucutúm ensordecedor, con lo que creo que de alguna manera puede ir abajo el esfuerzo de artistas y otros para preservar la solemnidad de la efeméride.
El día que comenzó con el espacio Evocación justo frente al primer inmueble prendido con la llama redentora, debe considerarse un día inolvidable y de trascendencia nacional, hacer énfasis en lo ocurrido y sus consecuencias, escudriñar cada vez más en los hechos, hasta incorporarlo como regla. Así es como emanará ese fulgor proyectado de manera magistral por nuestros artistas en el escenario.