Escrito por: Surysbel Díaz Castillo
El nombre de Celia Sánchez Manduley le provoca tristeza en su mirada.
De la legendaria combatiente, nacida el 9 de mayo de 1920 en el municipio costero de Media Luna, Eugenia Palomares, su ahijada, aprendería la abnegación, el rigor, y recibiría en especial, el amor maternal.
« No solo cambió mi comportamiento, también me enseñó dónde estaba la virtud, expresa Eugenia. Mi madrina estaba llena de cubanía, era jaranera, simpática y dicharachera. Pero su rostro se transformaba cuando veía algo mal hecho.»
Eugenia, se convirtió en maestra de Historia, como su madrina tanto quería. Al tomar el sencible camino de la pedagogía, decidió dejar para la posteridad algunos recuerdos personales. Así nacen varios libros como digno homenaje a la mariposa rebelde y su legado imperecedero, “Celia, mi mejor regalo» (2015) es lectura que inmortaliza la grandeza de su personalidad, su humanismo y sencibilidad, la autora muestra además, la inmensa pasión y la nostalgia que abunda entre sus páginas por los seres amados que ya no están.
Celia fue una mujer tan sencilla como las flores que adornan el paisaje de nuestros campos cubanos, tan pura como el agua de los ríos y arroyuelos de la Sierra. Precisamente este 11 de enero cuando se siente el alma entristecida por su partida física, su espíritu revolucionario nos abraza y conduce en la continuidad de la Revolución como la eterna guerrillera medialunera, Madrina del pueblo.