Escrito por: Rodrigo Motas Tamayo
Llegué cuando ya la conversación había comenzado. Desde muchos días atrás (tal vez varias semanas) esperábamos esta oportunidad. Su visita a nuestro pueblo podría ser un acontecimiento, y periodista al fin, imaginaba cómo entrevistarla.
Sin embargo, parafraseando un verso de una olvidada canción, “todo se derrumbó dentro de mí” al verla sentada en un pequeño balance de madera y me limité a guardar silencio, mientras mi colega de trabajo (Ramón Izaguirre Agüero) llevaba la voz cantante de la conversación.
Y en ese crucial momento dejé de ser reportero, deseché hacer la entrevista, y acudí algo que en 38 años de profesión me enseñaron a no utilizar cuando del oficio se trata: escribir en primera persona. Siempre hay una primera vez, aunque de ello no esté convencido.
La miré como quien ve un ángel de luz iluminando la casa. Sus palabras, como tenue manantial, casi salían en susurro y se diluían con la música que venía de un fuerte audio a los lejos, haciéndose casi no audibles para mi oído. Por eso comencé a escucharla con mis ojos.
Su delgadez de mujer joven y el tenue sonido de sus palabras marcan un abismo con la lógica de sus pensamientos al escucharla hablar de versos, estilos musicales y la vida cotidiana. Y lo pensé, una personita así, tan delicada, no puede ser tan fuerte en su enfrentamiento al transcurrir de los días, semanas y meses…mucha madurez para alguien que no llega a los 30 años.
Y es señores, que nuestra cita es con Giselle Lucia Navarro Delgado, escritora, poeta, ensayista, diseñadora, asesora Literaria y Profesora en la Academia de Etnografía y Tradiciones de la Asociación Canaria de Cuba y muchas cosas más que la distinguen no solo en La Habana y el país, sino también en el extranjero.
Con el aval de ser multipremiada en varios certámenes literarios de relevancia en el país (a partir del 2010), Giselle Lucia tiene libros traducidos al inglés, francés, italiano y el turco, con publicaciones no solo en Cuba, sino también en España, Estados Unidos, México, Venezuela, Chile, Perú, Argentina, Puerto Rico, Bélgica, Finlandia y la India.
Mi compañero de trabajo como Asesores Literarios de la Casa de Cultura Eduardo Saborit Pérez, de Campechuela, Ramón Izaguirre conversa con Giselle Lucía y sólo atino a palabras sueltas, no la escuchó a ella pues sus palabras siguen llegando a mí como susurros, manantial de sortilegios, sueños y verdades compartidas. La miré como quien ve un ángel de luz que ilumina y me da por creer que tal vez en un mañana pueda hacer galas de mi estudiado oficio y, entre preguntas y respuestas, acercarnos un poco más a quien desde su aparente fragilidad de muchacha es toda una madura mujer de las letras.
A usted Giselle Lucía nuestro eterno agradecimiento.